Se pasan los días pensando
cómo matar por matar,
y a cuántos matar para matar muchos.
Fuera de eso comen con apetito,
rezan, se lavan los pies, dan de comer a los pájaros,
hablan por teléfono rascándose el sobaco,
se detienen la sangre cuando se cortan el dedo,
si son mujeres compran compresas,
sombra de ojos, flores para los floreros,
todos bromean un poco cuando están de humor,
beben zumo de naranja sacado de la nevera,
por la noche miran la luna y las estrellas,
se ponen los auriculares con música tranquila
y duermen apaciblemente hasta el amanecer
-a menos de que eso en lo que piensan tengan que hacerlo de noche.
WISLAWA SZYMBORSKA, Aquí, Bartleby Editores, Madrid, 2009, página 41.
&
Antoine Cordet
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